Que Dinamarca apruebe una ley que permite quitarles el dinero a los refugiados, es ya lo último. Unas personas que han perdido sus hogares y sus bienes, que, muchos de ellos, han dejado a sus familiares por el camino, que han sido explotados por las mafias turca y europea, que se han jugado la vida en el Mediterráneo, que han tenido que soportar lluvia y frio y hambre ante una atónita Europa, y que ahora tengan que permitir que les metan la mano en el bolsillo para sacarles sus últimas monedas, esto es ya el colmo del latrocinio en nombre de la Ley.
No solamente se están infringiendo todas las normas humanitarias, sino que se está violando el espíritu de la Convención de Viena sobre el estatuto de los refugiados. Estamos hablando de refugiados, no de turistas millonarios. No es excusa el argumento que se suele utilizar en estos casos de que los refugiados ponen en peligro el sistema de seguridad social del país, argumento que también utilizan algunos partidos en España.
La Ley del Parlamento danés ha sido aprobada por mayoría aplastante: 81 votos a favor (liberales, centroderecha y socialdemocracia, por 27 votos en contra) y ha seguido la práctica nada elogiable de Suiza y de Baviera. Es curioso que, cuando se empiezan a anteponer los derechos de los países sobre los derechos de las personas, no hay izquierdas ni derechas. Entonces todos se ponen de acuerdo. En España ya estamos acostumbrados a tripartitos multicolores y a contubernios de partidos, y ya sabemos a dónde conduce esto.
No, no es esta la Europa que queremos los ciudadanos. Esta es una Europa sin corazón. No, a esta Dinamarca no queremos parecernos, a pesar de que algún partido nos la haya propuesto como modelo durante la última campaña electoral. Dinamarca tendrá resuelto su problema económico-laboral, pero no tiene resuelto su problema humano y de convivencia. Tendremos que empezar a preguntarnos si merecen pertenecer a una UNIÓN EUROPEA unos países que primeramente trataron de torpedear la entonces llamada Comunidad Económica Europea, creando una institución paralela, la EFTA, y que, solamente cuando vieron que no tenían nada que hacer contra una Comunidad Económica Europea mucho más poderosa, decidieron unirse a ella por puros intereses económicos.
Tendremos que empezar a preguntamos si no ha llegado, o pasado, ya la hora de hacer una separación entre los países que quieren una auténtica Unión Europea fundada en la solidaridad y aquellos que solamente buscan intereses económicos, una separación entre una Unión Europea y un Mercado común. Se impone una Europa a dos velocidades, ya que varios Estados se han excluido voluntariamente de la colaboración en muchos campos, No, no puede ser que la velocidad de la UE la impongan los países que han decidido no seguir adelante
Son varios los países de la UE que están violando estas normas humanitarias frente a los refugiados y todo esto ante la pasividad de los que deberían ser sus defensores: los parlamentarios europeos, que de lo único que se han preocupado hasta ahora ha sido del reparto de los refugiados. Quiero una Europa humana, una Europa con alma, una Europa solidaria. No, no quiero un liberalismo a la danesa y sin alma, porque, entre otras razones, un liberalismo a la danesa nos puede llevar a un socialismo a la venezolana. Prefiero un socialismo a lo Willy Brand o una democracia cristiana a lo Adenauer.
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