La democracia europea se logra con partidos transnacionales, no con listas transnacionales

, de Louis Drounau, Traducido por Lorène Weber

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La democracia europea se logra con partidos transnacionales, no con listas transnacionales
Photo: © European Union 2018 - European Parliament.

Las ‘listas transnacionales’ en las elecciones europeas significarían la creación de una circunscripción a escala europea para dar a los ciudadanos la oportunidad de votar a candidatos comunes, además de los candidatos nacionales. Es una de las ideas más frecuentemente citadas para hacer las elecciones europeas ‘más europeas’. Sin embargo, Louis Drounau, el presidente de EuropeanConstitution.eu, escribe que mejor deberíamos concentrarnos en desarrollar partidos políticos paneuropeos.

Aunque los partidos nacionalistas a través de Europa se lanzan sobre la falta de democracia de las instituciones europeas para atraer al electorado, los partidos europeístas necesitan atajar este tema y proponer soluciones concretas para fortalecer la democracia europea. Entre las pocas propuestas planteadas, sin embargo, una se ha convertido en tema de discusión – y aún de negociación – persistente en Bruselas: las listas transnacionales para las elecciones europeas.

Esta reforma fue rechazada por el voto de la mayoría del Parlamento europeo en febrero de 2018, y recibió solo un apoyo tibio del Consejo europeo [1], pero permanece como una propuesta clave para el presidente francés Emmanuel Macron. Fue apoyada después por la Canciller de Alemania Angela Merkel, y más recientemente aludida por la nueva presidente de la Comisión europea Ursula von der Leyen en su discurso al Parlamento europeo. [2].

Sin embargo, lo que puede parecer una manera sensata de promover una Europa “más europea” es, tras un examen más de cerca, improbable que haga nuestras elecciones y políticas mas integradas. Aún peor, reforzaría activamente el carácter nacional de las elecciones europeas, beneficiaría a los países más grandes, y minaría tentativas de reformas futuras. Los males que las listas transnacionales intentan remediar son reales, pero la solución radica en otro lugar.

La promesa falsa de las listas transnacionales

El atractivo de las listas transnacionales viene de dos ideas equivocadas. La primera es una subestimación drástica del instinto de supervivencia de los partidos nacionales.

Aunque partidos europeos (‘Europartidos’) se reúnan en el Parlamento europeo y redacten manifiestos electorales, o aunque se nominen Spitzenkandidaten para liderar las campañas electorales a través de Europa, los partidos nacionales mantienen firmemente el control de las elecciones europeas. Los partidos nacionales eligen candidatos, redactan programas electorales, deciden las alianzas, gastan dinero, hacen campaña, son entrevistados y mencionados, resultan electos, son reembolsados por sus gastos de campaña, y, una vez que resultan electos, se reúnen con un partido europeo.

A menos de que se les urja activamente a hacerlo a través de incentivos y coacciones, los partidos nacionales trabajaran arduamente para mantener su predominancia sobre la vida política de la UE. Crear una lista corta compuesta de candidatos de nacionalidades diferentes no cambiará el meollo de las campañas, ni lo que las conduce. A lo sumo, podemos esperar que los ciudadanos vean los nombres de los europartidos más frecuentemente, pero los partidos nacionales se quedarán al mando – a través de la redacción de programas electorales y la selección de candidatos nacionales y transnacionales – y seguirán siendo la parte visible de la campaña.

La segunda idea equivocada concierne el papel del legislativo y del ejecutivo, y su relación con los ciudadanos. El papel primordial del legislativo es el de proponer, discutir y adoptar leyes. De por sí, debe reflejar la diversidad del electorado al nivel local, y ser tan cercana como sea posible a los ciudadanos; es por eso que la mayoría de los parlamentos nacionales son elegidos a nivel local.

Aunque no tenga el derecho de iniciativa legislativa, el Parlamento europeo – y los ciudadanos europeos – ganaría con que los eurodiputados sean más cercanos a los ciudadanos y que entiendan y representen mejor sus intereses. En cambio, el ejecutivo da el ímpetu de la acción gubernamental y actúa para todos los ciudadanos. De por sí, la elección del ejecutivo debe venir del electorado entero, directa o indirectamente.

Entonces, la manera apropiada de hacer nuestro sistema político más europeo no es mantener un sistema que se basa en las naciones y de proveer una pequeña dosis de representación ‘transnacional’ en la legislatura. En lugar, debemos ir más allá del estado-nación – ambos por encima y por debajo – para elegir a nuestros representantes al nivel local y nuestro ejecutivo al nivel europeo. En el Parlamento europeo, una verdadera “perspectiva europea” significa en realidad una “perspectiva local uniforme a través de Europa”.

Pero las listas transnacionales no son solo una promesa falsa de un sistema más europeo: llevan riesgos para nuestra democracia europea.

Los riesgos de las listas transnacionales

Se podría discutir que las listas transnacionales “no pueden hacer daño” y que, si fracasan en presionar por más democracia europea, ya podríamos ganar con su adopción.

Sin embargo, las listas transnacionales conllevan al menos tres riesgos distintos. El primer riesgo es el de atrincherar y fortalecer el sistema político actual, dominado por los partidos nacionales. Así como la elección de candidatos nacionales o de los Comisarios europeos es dejada a los partidos y gobiernos nacionales, solo se puede esperar que los candidatos de las listas transnacionales sean propuestos y seleccionados por los partidos nacionales.

Les daría todavía más poder y subvertiría la intención tras de las listas transnacionales: los ciudadanos votarían para una lista transnacional como una manera de votar a los candidatos de su partido nacional, y no basado en una afiliación más europea.

Segundo, las listas transnacionales fortalecerían directamente los países y partidos más grandes. Las declaraciones de cuotas y limitaciones para asegurar una representación geográfica – que, irónicamente, reintroduce una perspectiva nacional – no son tranquilizadoras. Como el voto es proporcional, solo los primeros candidatos de cada lista importan realmente. Y así como la elección actual del líder de un grupo político o del Spitzenkandidat de un grupo resulte de regateos entre partidos nacionales, [3] se espera que las delegaciones nacionales más grandes de cada europartido cosechen las más altas posiciones.

Aplicar los resultados de las elecciones de 2019 a la composición de los europartidos muestra que Alemania está en posición de ganar cinco escaños de las listas transnacionales, Francia y España cuatro, el Reino Unido, Italia y Rumanía tres, y Polonia dos. Significa que los siete estados más poblados recogerían al menos 24 de los 27 escaños propuestos para listas transnacionales. [4]

Finalmente, y probablemente de manera aún más preocupante, logrando alguna reforma de las elecciones europeas, las listas transnacionales probablemente difuminarían cualquiera presión sobre los políticos para efectuar reformas más a fondo y para una democracia europea más efectiva. Entonces, no solo las listas transnacionales no harían el sistema político más europeo, sino también impedirían reformas electorales en los años venideros.

Los partidos europeos son la manera de proceder

No es creíble que las listas transnacionales al Parlamento Europeo hagan de nuestras campañas y elecciones europeas más europeas y, en realidad, arriesgan con deteriorar nuestro proceso electoral. Ya, no debería pillar a nadie por sorpresa, dado que ni un solo sistema federal en el mundo ha sentido la necesidad de crearlas.

Sin embargo, la creación de una verdadera unión política no es inalcanzable. Como Guy Verhofstadt y otros eurodiputados reconocieron en una columna conjunta en 2018, todos los verdaderos sistemas federales integraron partidos políticos. El Grupo Spinelli, un grupo federalista que Guy Verhofstadt cofundó, está de acuerdo, afirmando que “la democracia en Europa necesita verdaderos partidos políticos al nivel europeo, competiendo entre ellos para votos y escaños”.

La primera etapa en la democratización de la Unión Europea es la de rendir cuentas, ya que mientras la UE tiene actualmente una estructura política única (más integrada que las confederaciones, menos integrada que las federaciones), no existe separadamente del resto de entidades políticas. Todos sistemas políticos y todos modelos federales son únicos, pero pueden y deben aprender entre ellos.

Entonces, el hábito de llamar la UE una entidad “sui generis”, con el fin de evitar cualquier comparación útil con otros sistemas políticos, es tanto un sin sentido como contraproducente. En vez de eso, miramos a los sistemas políticos de federaciones democráticas de grandes dimensiones (como los Estados Unidos, India o Brasil), que pueden dar un conocimiento útil.

Potencial para partidos paneuropeos

Mientras las diferencias políticas son menores y las líneas de fractura se producen en cuestiones específicas, el espectro político de la mayoría de los países europeos es, en líneas generales, muy similar. La mayoría de los países poseen partidos de derecha / conservadores, de izquierda / socialistas, de centroderecha / liberales, de centroizquierda / progresistas, verdes, de extrema derecha / nacionalistas y de extrema izquierda / comunistas / anticapitalistas.

Abundan las variaciones, especialmente en países que enfrentan cuestiones especificas como la autodeterminación regional, pero el modelo habitual se mantiene el mismo. Es porque – mientras las posiciones políticas entre partidos son conflictivas – las alianzas electorales en el Parlamento Europeo han sido bastante claras y estables en el tiempo.

Un camino razonable para la creación de verdaderos partidos europeos es la integración progresiva de partidos nacionales en una estructura común, adoptar el mismo nombre, logo y, finalmente, programa político. Diferencias políticas entre los países podrían permanecer para asuntos al nivel nacional, pero la coherencia global aumentaría y las estructuras de los partidos se integrarían.

Tales partidos europeos, sin la necesidad de listas transnacionales, serian capaces de presentar un programa electoral único para las elecciones europeas – un programa que necesitaría dirigirse a todos los ciudadanos europeos – y de organizar elecciones primarias a la escala europea para la elección de su candidato líder. Estas primarias, contrariamente a un voto a listas transnacionales, permitiría a los miembros del partido de realmente tener voz y voto para su candidato a la presidencia de la Comisión europea – y así evitar el escenario regular de elegir a Spitzenkandidaten desconocidos para el público general y, sobretodo, de presentarles a los votantes durante la campaña.

La emergencia de tales partidos necesita una revisión de los estatutos actuales de los partidos políticos europeos, en particular para definirlos como partidos – y no, como es el caso actualmente, como cooperaciones entre partidos nacionales. Los estatutos deberían también proveer una reaización transfronteriza de las elecciones, asambleas generales y financiación, además de una supervisión necesaria al nivel de la UE de estos partidos europeos y de sus secciones locales.

Partidos paneuropeos en la práctica

Interesantemente, y mientras se produce el aumento de los partidos nacionalistas, 2019 marcó la primera vez que un partido transnacional ganara un escaño en el Parlamento Europeo, con la elección de Damian Boeselager del partido Volt Europa en Alemania. Aún pequeños en la escena nacional, Volt fue creado directamente como una entidad europea con secciones nacionales.

Este ejemplo muestra que los partidos a escala europea no solo son un deseo. Pueden ser una realidad, siempre que haya una voluntad de establecerlos. Hasta ahora, los partidos nacionales se han resistido a esta integración dentro de estructuras europeas, y es probable que la simple introducción de listas transnacionales fallara en crear partidos integrados.

Una manera más segura de crear verdaderos partidos europeos es la creación de incentivos y coacciones. Los inventivos deberían incluir una financiación específica para partidos europeos integrados y una facilitación de sus operaciones. Las coacciones deberían incluir la necesidad de conducir campañas bajo – y solo bajo – el nombre y logo de los partidos europeos. Tales cambios urgirían a los partidos nacionales a integrarse y fusionarse al nivel europeo.

Reformar las instituciones y el sistema electoral

Pero verdaderos partidos europeos, tantos cruciales como deberían ser, no son la única reforma necesaria para crear una verdadera unión política. Tentativas de reformar las instituciones y procedimientos de la UE, de aumentar la transparencia, de revisar las costumbres, y de implicar a los ciudadanos, son todas esenciales. En particular, hacer nuestra elección más europea requiere una reforma profunda de nuestro sistema electoral.

En el Parlamento europeo, la idea de un doble voto es un punto sensible. En lo que se refiere a las elecciones al Bundestag alemán, los ciudadanos europeos deberían poder votar a un candidato local presentándose en una circunscripción local – con cada circunscripción local a través de Europa eligiendo un representante.

Un segundo voto, a un verdadero partido europeo, aseguraría una proporcionalidad global y retiraría eurodiputados y eurodiputadas de listas a escala nacional, para mantenerles más cerca de los ciudadanos y evitar favorecer a los países más grandes.

Por supuesto, como ya es el caso, todos los ciudadanos tendrán el derecho de presentar candidatura a las elecciones, en la lista local o la lista nacional, siempre que residan en la circunscripción en cuestión.

Conclusión

En general, las listas transnacionales dan la impresión de ser una elección europea. Sin embargo, no proveen a los ciudadanos de más poder de voto, no acercan los representantes al pueblo, no cambian quién elige los candidatos y dirige las campañas, y no lleva un mensaje más europeo de los partidos políticos a los ciudadanos. Las listas transnacionales, sin embargo, atrincherarían a los partidos nacionales, favorecerían a los estados miembros más grandes, y reprimirían la reforma.

Para lograr un progreso verdadero, debemos humildemente tomar nota de otras grandes democracias federales, y tener el valor de preocuparnos primero por lo que debe ser nuestro objetivo primordial: la creación de una verdadera democracia europea. Aún, y especialmente, si significa desmantelar las estructuras políticas inmemoriales con las que hemos crecido acostumbrados. Debe ser la lucha de la próxima legislatura europea.

Este artículo es un extracto de una versión más larga, disponible en inglés en EuropeanConstitution.eu.

Notas

[1Durante su reunión informal del 23 de febrero de 2018, el Consejo europeo diplomáticamente decidió “volver a este asunto en el futuro, en vista a las elecciones de 2024.

[2En la Declaración de Meseberg de junio de 2018, Alemania y Francia decidieron juntas “establecer listas transnacionales para las elecciones europeas de 2024”. El discurso de Von Der Leyen se quedó cauteloso, y se limitó a la “necesidad de abordar el asunto de las listas transnacionales para las elecciones europeas como una herramienta técnica de la democracia europea”.

[3cinco de los siete grupos políticos actuales en el Parlamento europeo (PPE, S&D, Verdes, ID y CRE) están presididos o copresididos por un miembro de su delegación más importante. A propósito de los dos otros grupos, se esperaba que Renew Europe fuera presidido por la francesa Nathalie Loiseau, hasta que sus comentarios despreciables a propósito de sus colegas la descartaran. GUE/NGL, por su parte, ha alternado entre líderes alemanes, franceses y españoles – sus delegaciones más numerosas – desde hace veinte años,

[4Un escaño de la lista transnacional del PPE iría a Hungría, que, a pesar de su populación más pequeña, tiene una delegación numerosa en el PPE. Los dos escaños restantes serían para la elección de dos eurodiputados no inscritos. Depende de las leyes electorales, estos escaños podrían ser o distribuidos entre europartidos que conseguirían crear grupos políticos en el PE, o ocupados por eurodiputados no inscritos. En cualquier caso, podrían también dar más escaños a los países más grandes de la UE.

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